sábado, 5 de mayo de 2012

El romance de Abenamar: una historia apasionante


Se conoce con ese nombre a un romance que se conserva del siglo XVI, del cual se disponen diversas versiones de las que es más conocida esta que a continuación expongo, incluida por Ginés Pérez de Hita en sus Guerras Civiles de Granada. Servirá por tanto como hilo conductor de una historia que debe ser conocida y que se alinea perfectamente con la época  a la que pertenece.

La composición referida es la siguiente:


—¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tu naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que diría:
—Yo te la diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho
mi madre me lo decía
que mentira no dijese,
que era grande villanía;
por tanto pregunta, rey,
que la verdad te diría.
—Yo te agradezco, Abenámar,
aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!
—El Alhambra era, señor,
y la otra la mezquita,
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía,
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
—Si tu quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.
— Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.

De este romance he encontrado mucha información, aunque en lo relativo a su contexto histórico son muchas y diversas las fuentes. Intentaré ser lo más certero en la explicación. Se expone en los versos un diálogo entre el rey de Castilla, Juan II, y un tal 'Abenámar' que también aparece en otros textos como 'Abenalmao' y que en realidad se trata de Ibn al-Mawl. Este es hijo de Muhammad ibn-al Mawl que casaría con una de las hijas del sultán Muhammad VI (El Bermejo). Es conveniente conocer su ascendencia, pues en esta época la legitimación como gobernante tendría en el linaje su aspecto fundamental.

Conocemos a Ibn al-Mawl, pero en el contexto en el que se desarrolla el romance hay otros actores que desde mi perspectiva son más importantes que los comentados. Esta imaginativa conversación se desarrollaría durante una de las batallas del siglo XV entre Castilla y el Reino de Granada, muy cercana a la capital granadina y que sería conocida como "Batalla de la Higueruela". Para llegar a este combate entre los dos ejércitos han sido necesarias diversas circunstancias que se exponen y se relacionan con los actores comentados:

Por el lado castellano está Álvaro de Luna, en aquel momento Condestable de Castilla. Había estado muy cerca del rey Juan II desde su niñez, lo que le permitió alcanzar grandes cotas de poder. Parece que era un personaje muy ambicioso hasta el punto de que estuvo durante largo tiempo en la búsqueda de un triunfo frente a los musulmanes, similar al que obtuviera en su día el rey Fernando I en Antequera (1410). Esto es significativo, pues supone un aliciente para que el rey Juan II decidiera tomar parte en una posible conquista del anhelado Reino de Granada.

Vista de la Alhambra que en el siglo XV (y ahora) cautivaría a cualquier rey

En la otra parte es necesario conocer a Ridwan Bannigas (o Venegas), personaje que tiene una historia más que interesante, pues era hijo del Señor de Luque Don Egas Venegas, capturado en unas incursiones musulmanas siendo niño y adoptado por un noble caballero de Granada, Muhammad Ibn al-Mawl. ¿Os suena? Pues sí, efectivamente es el que antes os presentaba como padre de Abenamar. Además, Ridwan adquiere y asimila la religión musulmana y desposa a una de las hijas de su padre adoptivo, Maryam. Consigue convertirse con el paso del tiempo en una persona de gran influencia en la aristocracia granadina, jugando un papel de gran importancia en el derrocamiento y cambio de sultán. En lo referido al contexto del romance, sería el encargado de buscar el apoyo de Castilla para lograr la caída del sultán Muhammad IX 'El Zurdo' y poder posicionar a su cuñado Ibn al-Mawl.

De esta forma, el rey de Castilla se encuentra en una posición bastante buena, pues por un lado conseguía apoyar a un candidato al trono que seria su vasallo desde un principio, además de intentar conseguir la conquista del reino de Granada. Este es el modelo de situación que se va a reproducir en varias ocasiones durante el siglo XV, y que ocasionará la inestabilidad continua en el territorio granadino. Esto será el motivador fundamental de la gran cantidad de emires que tendrá el Reino de Granada durante ese tiempo.
Al frente el Albayzín. Al fondo, zona de Atarfe-Peligros en la que se desarrollaría la batalla

El punto de encuentro sería en Córdoba, lugar en el que los castellanos reúnen las fuerzas y apoyos de todos los nobles cristianos andaluces, que acudirían para formar un gran ejército y lograr así la conquista del último reducto musulmán de la península. Contarían además con los consejos de Ridwan, el cual informaba de los movimientos de Muhammad IX además de asegurar el apoyo de los seguidores de Ibn al-Mawl desde la misma ciudad de Granada para conseguir la victoria.

Sala de las Batallas del Escorial, donde se tiene un gran protagonismo la Batalla de la Higueruela

El enfrentamiento se produciría en junio de 1431, en las inmediaciones de Atarfe y Peligros. Resulta primordial ubicarlo, pues supuso el enfrentamiento de dos poderosos ejércitos en un lugar tan cercano a la capital granadina. Además contextualiza el romance al que se refiere esta entrada, ya que hay una parte del mismo en el que Abenámar hace una descripción de las torres y castillos que se observan desde este lugar, indicando que :


El Alhambra era, señor,
y la otra la mezquita,
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía,
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía.


Describe por tanto la Alhambra, Torres Bermejas, Generalife y el palacio de los Alixares que estaría ubicado por encima de ésta en la zona del actual cementerio de San José, y que hoy tan sólo podemos imaginar, pues sería destruido en este tiempo. 

La lucha fue de las más grandes y sangrientas de la época, pues no eran habituales a campo abierto. Supuso unas pérdidas increíbles para los dos bandos, aunque serían los castellanos los victoriosos. Si analizamos la situación en su contexto parece evidente que sería una ocasión idónea para el rey Juan II de conquistar la ciudad de Granada, con un ejército muy mermado y la población dividida entre dos reyes. Sin embargo, una vez terminada la batalla deciden volver a Córdoba, sin cumplir la promesa hecha a Ibn al-Mawl de alcanzar el trono granadino.

Detalle de la "Batalla de la Higueruela" de El Escorial

Se han trazado diferentes teorías para tal retirada castellana. Por un lado, el Condestable Álvaro de Luna había saciado su sed de prestigio y había conseguido la victoria buscada y que estaría deseoso de disfrutar y divulgar en todo el reino castellano. Por otro lado, se ha apuntado como posibilidad el sufrir durante la época de lucha una época de grandes terremotos, quizá de las más grandes sufridas en toda la historia conocida, lo que pudo afectar a las decisiones castellanas en una época en la que se desconocía por completo el origen de tales "temblores" terrestres. (podéis conocer más detalles en esta entrada que realicé sobre los terremotos de 1431 aquí). Sumado a lo anterior, se debe tener en cuenta que también en el reino de Castilla existían en ese momento multitud de problemas y luchas internas por el poder y que requerían sin duda la atención del rey Juan II.

En la última parte del romance se establece un curioso diálogo entre el rey y la ciudad de Granada, convertida en figura femenina a la que quiere conquistar cual caballero a una bella dama de la época. Llega a insinuar la entrega en dote de otras ciudades como Córdoba y Sevilla, lo que se podría entender como el deseo de unificar todo el reino, además de ensalzar la belleza de la capital nazarí.

Finalmente, Ibn al-Mawl conseguirá hacerse con el poder a finales del año 1431 y será proclamado como emir Yusuf IV en enero de 1432 como, nombrando a Ridwan Bannigas como gran visir de su gobierno. Sería un poder efímero, pues en abril de ese mismo año recuperaría el emirato Muhammad IX. 

Este tipo de historias caballerescas resultan apasionantes, y creo que merece la pena recordarlas y describirlas para que sigan formando parte de nuestro acervo granadino.

Seguimos caminando...

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